A las 21:15,
puntualmente la 9093 dio un bocinazo largo y así partimos
lentamente de Retiro Mitre. Las madres de las chicas saludaban
descontroladamente desde el andén 8, y con razón.... sus hijas
iban a realizar una auténtica travesía en tren a través de 1.140
Kilómetros, con más de un día de viaje y en el coche de menor
categoría!!!. Desde la ventanilla del CT saludé a los amigos de
la FAC y a la mamá de Lanza. Las salidas de Retiro siempre son
emotivas...
Cuando ya los acompañantes solo eran un punto a los lejos, me
relajé y me senté en uno de los apoyabrazos del CT. Me esperaban
desde aquí, unas 17 horas de viaje. Acomodé la mochila y la
encomienda para mis tíos entre dos asientos. Las chicas
insistieron en dejarme un espacio en un asiento de dos, por lo
tanto, pasando los puentes de arcos, yo ya estaba al lado de la
ventanilla, un poco apretado, puesto que éramos tres personas en
un asiento de dos. De todos modos traté de ser lo menos molesto
posible, teniendo en cuenta que yo debería haber estado parado
en algún estribo.
Este encuentro casual fue más que insólito. A Lanza (que sabe
que soy un loco por los trenes) la conozco desde hace tres años,
incluso estamos en el mismo grupo (grupo Jarrón) y varias veces
había ido a la casa. Anteriormente, y en varias ocasiones, se me
había ocurrido invitarla a viajar, pero nunca congeniamos. Pero
claro, ella tiene novio, y los viajes son largos!!!. De repente,
sin previo aviso, me encontraba viajando con ella!!. Y no solo
eso, este encuentro me dio el gusto de conocer a tres chicas
extraordinarias: Yanina, Lujan y Ana, las amigas de
Lanza, de las que hablaré más adelante.
A la zona local la pasamos tranquilamente, los andenes estaban
repletos de cartoneros; al parecer detrás nuestro venía “el tren
blanco” de TBA. En José León Suárez bajamos las persianas
metálicas, por que hay una villa bastante grande hasta los
puentes con el Camino del Buen Ayre, en donde es común que tiren piedrazos
al tren. Una vez en el campo, el tren empezó a correr más
rápido.
Cada cambio de aceleración en la 9093 me dolía en el alma...
pensar que esta locomotora estaba sin descanso desde hacía
meses, yendo y viniendo a Tucumán sin parar. “Ojala lleguen,
chicas” (les decía, mientras les contaba “la posta” sobre el
viaje). Sin embargo la 9093 demostró ser más capaz de lo que
todos imaginan, ya que entre Bs.As. y Rosario, en algunos tramos
puntuales, llevó el tren a gran velocidad. Es de destacar que
para esta época, la 9093 estaba empezando a hacer los habituales
viajes a Castelar y Liniers para su revisión, por lo tanto, el
túnel al puerto ya era su ruta habitual una vez por semana. Pero
en particular, éste sería su último viaje, puesto que tenía en
“la agenda” una visita al taller, a pedido de NCA, para la
semana próxima, motivo por el cual el tren no iba a correr.
L
A N
Z A
Hablando sobre el
tren tuve mi primer vecindad con las chicas, pero siendo amigas
de Lanza supuse que serían copadas. Utilizando un inglés muy
vulgar me puse a hablar con Yanina, quien comprendía
perfectamente el diálogo, en el que le propuse ir al restaurante
a ver si estaba abierto. Fuimos, y como lo estaba, nos sentamos
y decidimos tomar un café. Pero pasaba el tiempo y el café solo
era nuestra decisión, ya que nadie nos atendía (y eso que ese
era el primer día de concesión de un nuevo prestador). Al RA no
le andaba el aire, como siempre, por eso faltaban varios vidrios
en algunas ventanillas (que oficiaban de ventiladores). Pasamos
casi una hora hablando y nada. Me acerqué a la cocina y medio
enojado le reclamé “su atención” al personal. Con eso logré que
media hora después me atendieran y nos sirvieran el café, que
costó horrores servirlo, puesto que el tren se zarandeaba para
todos lados y no volcar resultaba imposible. Yanina le tomó la
mano al movimiento del tren y tomó su café sin problema, no así
yo, que al momento había volcado media taza en el mantel.
Y
A N
I
Estaba haciendo
un poco de frío, entonces cerramos la persiana metálica. En
aquel momento pasó un tren de NCA, pero la charla con Yanina era
tan sugestiva que no me molestó para nada no haber visto ese
tren... un tren... ¿qué tiene de raro un tren? Si me había
cruzado hace un rato con varios diesels de TBA a los que poca
importancia les dí. Y así pasaron las horas. Decidimos emprender
“viaje” al CT y atravesar la decena de coches que lo separaban
del RA, ahora convertido en “R”, sin la “A”. En ese “viaje” por
los pasillos uno no sabía las cosas que podía encontrar...
Ya habíamos pasado varias estaciones, y ahora hacíamos paso por
Ramallo. Aproveché para contarle a mi compañera la historia tan
atípica de los orígenes del nombre de aquella ciudad.
Yanina conoció las estrellas. O mejor dicho, las volvió a ver
desde hacía mucho tiempo. Todos saben que una panorámica de las
estrellas desde el campo es significativamente más elocuente que
lo que se puede ver en Capital o el Gran Buenos Aires. Y supe
que ella realmente estaba disfrutando un momento que para mi ya
se había convertido en una costumbre. Las luces del coche
brillaban débilmente, y era admirable ver que en sus ojos se
reflejaba el cielo estrellado, y el viento frío hacía lagrimear
el eterno confín de los estigmas de su prosperidad emotiva.
Tanta motivación
al parecer distrajo al personal de conducción: Pasamos “Empalme
Villa” a 110 Km/h!, ¡Sí!, el cruce a 90º a esa velocidad... y
de pronto clavaron los frenos... ¿Habrán atropellado a alguien?
¿El cruce estaba a precaución?. No sé... pararon y volvieron a
arrancar, no supe que ocurrió, pero haber visto pasar este tren
a esa velocidad por allí debe haber sido digno de ser filmado.
A esa altura, mis amigas empezaron a tener sueño. Me acosté
debajo del asiento, en el piso, entre piernas. Pero no pude
pegar un ojo. Cuando decidí ir al estribo, las chicas estaban
todas dormidas. Desde el fuelle que daba a la 9093 (la puerta
estaba sin trabar), hice la entrada a Rosario.
R o s a r i o
N o r t e
Mis compañeras de
viaje despertaron, de tantas luces y griterio. Las invité a que
bajaran a conocer. Yo me quedaba cuidando los bolsos y cambiando
la orientación de los asientos (Recordemos que en Rosario Norte,
la locomotora cambia de ubicación, y ahora nuestro coche pasa a
ser el último)
A las 03:15, partimos de Rosario Norte. Y ví que Lanza había
subido una bolsa, era un pan con chicharrón para comer en el
viaje. Me quedé en el estribo, mirando hacia atrás toda la
salida de la ciudad. Cada año hay más villa, más cambios
levantados, más destrucción. Solo los trenes de carga parecen
tener futuro aquí. Luego del puente con el F. C. Belgrano,
llegamos al desvío dinámico de San Lorenzo. Allí (hablando de
Roma) cruzamos un carga de NCA: GR-12 + GT-22 y 50 cerrados.
Desde aquí en adelante, sin nada que ver, me tiré a dormir en
ese mismo estribo. Llevé una almohada y listo. No recuerdo que
alguien haya entrado a ese lugar, en toda la noche.
Apenas amaneciendo,
luego de unas horas, arribamos a Gálvez, la primer parada después de
Rosario. Oficialmente me di por “despierto” y no dormí más. Y cuando
ya salió el sol, no recuerdo haber visto el estribo vacío. A medida
que entrábamos a la mitad superior de la Provincia de Santa Fe, el
tren comenzaba a circular entre exuberantes túneles de vegetación.
"El cruce de nunca
acabar"
Preparé la filmadora para el
cruce de Rafaela. “tra tra, tra tra,... (se escuchaba desde el último
estribo)... TRA TRA...” El famoso cruce... que por cierto, hace unas semanas
había sido levantado. Según gente de NCA, ese levantamiento se hizo debido a que
se estaba hundiendo la vía a esa altura, pero bajo ningún punto de vista la
empresa quiso eliminarlo definitivamente, cosa que enseguida repercutió en el
ámbito de los amantes del Ferrocarril Belgrano. Pero la realidad es que los
trenes del Belgrano no pasan por allí hace décadas.
Llegamos a la hermosa ciudad de Rafaela. Aquí se dio un pequeño
intercambio de pasajeros y enseguida retomamos la marcha.
Las chicas todavía estaban con sueño. Es más, recuerdo que Ana
sonreía al dormir, esa era su más destacada característica.
Generalmente uno duerme en estado “neutro”, digamos, ni felices ni
tristes, normales. Eso me llamaba la atención de Ana, parecía estar
soñando algo maravilloso, parecía estar disfrutando plenamente ese
descanso. Y eso noté de ella todo el viaje. De pronto, Ana se
despierta, mira el poste kilométrico y me dice... "Fede... el cruce
de Lehmann"
¿Y
EL CRUCE?
Al cruce de Lehmann (entre Rafaela y Sunchales) no le fue tan
bien... creo que esta imagen lo dice todo... (¡Y yo como un tonto
esperando para filmarlo... qué ingenuo!). Hasta enero de 2002, ese
engendro metálico aún se hallaba donde correspondía. Pero bueno, con
tanto robo de rieles por la zona, ¿qué tren del F.C.B. va a pasar
por allí?.
(Calculo que llevar adelante un levantamiento no debe ser así nomás.
Las autoridades del Ferrocarril Belgrano deben estar al tanto de
estas operaciones. Pero si vamos al caso, ni el mismo Ferrocarril
Belgrano se preocupa por mantener sus líneas principales, asi que...
dale nomás!, levantá que ta' todo bien negro!)
Personal capacitado de
la empresa NOA, se dirigió al estribo de nuestro coche. Hacía rato
que se sentía una pequeña planchadura en una de las ruedas. El
inspector se lo comunicó al personal de conducción pero,
intercambiando risas y bromas, decidieron no dar importancia a
semejante pequeñez. La formación siguió viaje. La velocidad no
superaba los 40 Km/h.
Pasamos Sunchales (Base de NCA), y de aquí en más (para mi), no hay
más nada que valga la pena, solo es cuestión de entretenerse y dejar
pasar la hora...
Cuando todo parecía
estar en orden, Yanina dió inicio a un nuevo conflicto que nos
acompañaría toda la mañana... y la tarde también!. El asunto era
que no podía ir al baño... y claro, con la alineación de vía que hay
por esta zona, se hace difícil concretar ciertas necesidades. Pero
también es cierto que pronto llegaría Ceres, y ésa sería la
oportunidad de Yanina.
En La Rubia, nos cruzamos con un tren de la Minera (que viene de
Cruz del Norte), con la potente General Motors GP-40. Lástima que me
perdí de filmarla por un minuto, ya que estaba sentado del lado de
la estación EnLa Rubia nos detuvimos un minuto y
seguimos viaje. Como dije anteriormente, estos tramos son muy
monótonos, y el movimiento del tren incita al sueño...
Señores y señoras....
llegó la hora de presentar a....
L U
J A N
Revisando y repitiendo
tomas con la filmadora, uno descubre cosas que en su momento no
advirtió. No sé como salió el tema, pero se me ocurrió comentar la
ridiculez de que el nombre "Rebecca", me remite a una analogía de
mutilación, me representa la etapa del "cuerpo despedazado",
o la
etapa del espejo. Compenetrado en expresar mi teoría (por favor, no
estoy en contra de las Rebeccas!!), no reparé la gracia que le
estaba causando a Lujan. En su momento me pareció que estaba
atendiendo con preocupación mi comentario. Luego la vi riéndose,
pero descarté que se tratara de mi comentario... Cuando ví el video,
me llevé la sorpresa!!! ja ja ja.
A Lujan la conocí más por estas horas, y de su sonrisa no me
olvidaré jamás. Creo que el viaje con las chicas fue para mí, un
regalo del cielo.
Ceres de otro tiempo
La llegada a Ceres fué emotiva.
Parecía la llegada de la "Estrella del Norte", digamos, de los años
80'... Decenas de personas estaban esperando el arribo del tren para
vender tortilla, rosquilla, rosquete, pan casero, alfajores, y todo
producto artesanal que podamos imaginar. Y no faltaban las
reconocidas "Gaseosas Truchex". Esta situación demuestra la
importancia del ferrocarril en su rol social. Y si realmente
debieron desaparecer todos los trenes que nos abandonaron ¿Por qué
los que quedaron viajan colmados de gente?
En cuanto podía, bajaba al andén a hacer
algunas tomas exteriores. Aquí en Ceres recordé que en 1997 pasé similar
situación con el tren de TUFESA (la empresa anterior). Aquel verano había ido a Añatuya con mis abuelos, a visitar a la misma gente que iba a ver en este viaje.
Pero esta vez, no pude convencer a mis "abues" y finalmente me vine solo. Ese
fue un viaje más que interesante, ya que llevamos 17 coches, y a la cabeza
tiraba la famosa "Ave Fénix", la ALCO RSD 16 001 de Talleres Pérez..
Terrible!!!
La misión de este viaje (volviendo al tema de mis abuelos) fue filmar unas
particulares "invitaciones". No fue tarea sencilla, los santiagueños son muy
temerarios a las filmadoras, por eso, un poco a la fuerza les pedí que dijeran a
cámara "MIGUEL, EUGENIA, LOS ESPERAMOS EN MAYO". De esa forma, mi abuelo no
tendría excusa para desistir de un viaje en ese mes (en verdad es él quien no
quiere salir, mi abuela todo lo contrario). Bueno, les adelanto que en mayo van
a viajar... funcionó!!!
Dejamos atrás Ceres, y otra vez campo... En una de esas me voy al estribo, y uno
de los muchachos me dice "Filma ahí flaco"... había un voraz incendio en los
campos del oeste de Ceres. Según entendidos, a veces los mismos dueños suelen
hacer el fuego para revitalizar las tierras.
Pintó "el rosquete"
Arribamos a Pinto. Allí fui testigo
de un negocio redondo: "El rosquete". Este paisano inteligente un
día se dijo... "Y si para el tren, puedo vender algo... tal vez
rosquetes...", y esa fue una buena idea. El hombre entró al andén
con una bolsa de compras llena de rosquetes, y a los 5 minutos se
fue debajo del alero a contar sus billetes, con la bolsa vacía.
Estos son los empleos que indirectamente se crean con la corrida de
un tren.
Finalmente, a las 14:30 el tren llegó a Colonia Dora, luego de haber
recorrido una buena parte del centro del país. Me despedí de las
chicas... un poco triste, me daban ganas de seguir a Tucumán con
ellas!!!, pero bueno, mi travesía por la llanura chaqueña estaba
comenzando.
Santiago del Estero >
Colonia Dora - Añatuya
Una docena de personas estábamos en
Colonia, buscando la forma de llegar a Añatuya. El motivo de la
detención del tren en un pueblo tan chico como este, es simplemente
la cercanía que hay con la ciudad de Añatuya. En comparación con la
otra vez, noté la ausencia total de remises, taxis o combis que
ofrecieran servicios entre las dos localidades. Tal carencia nos
llevó a esperar durante más de una hora el micro que venía desde
Tucumán.
Cerca de las 16 hs., y tras un breve viaje en el ómnibus que cobraba
solo $1.- el trayecto, arribé a Añatuya. Como no podía faltar, fui
recibido por "la calor" (como le llaman ahí...) que estaba pegando
con toda su furia. Recordé a la vista el camino a la casa de mi tía
Sofi y me fui a pata, confiado en mi orientación.
Santiago es una provincia que, a pesar de sus falencias, siempre me
ha gustado, más que nada la zona de los campos cercana a Los Juríes.
Recuerdo los días que estuve allí la vez pasada, fueron días
lluviosos... y salimos a pasear con la camioneta, por la
desmotadora, los caminos rurales, etc.
Las calles de Añatuya estaban solitarias y silenciosas. Todavía era
la hora de la sagrada siesta. Por ahí, en un boulevard, me encuentro
a una mujer y le pregunto si ésa es la Av. General Paz... a lo que
responde afirmativamente. Caminé un par de cuadras más (a la vista
extraña de algunos vecinos), y llegué a lo de Sofi.
Acá es costumbre dejar la puerta abierta... y así, sabiendo que mi
tía estaría durmiendo la siesta, entré a la casa. Al entrar a la
cocina y ver que no estaba ahí, confirmé que estaría dormitando. De
pronto me vi sorprendido por los ladridos de los perros!!!, y
entonces mi tía despertó y me encontró. La sorpresa y la alegría por
verme allí fue increíble, puesto que ella no tenía ni idea de que yo
podría llegar a ir.
(Burrito con zorra
/ los chicos arriba, bajando bolsas de tierra)
La llegada a Añatuya vino acompañada
con esta impresionante imagen del burrito con zorra transportando
tierra. Ver estas cosas nos ponen un poco en referencia al lugar en
donde estamos. Pero la verdad es que ya no es común este tipo de
transporte en esta ciudad. Sobre el carrito venían dos chicos
vendiendo tierra, que, con mucho esfuerzo intentaban bajar las
bolsas cargadas. Empecé a filmar pensando en mi abuelo, quien
posteriormente vería las imágenes de "sus pagos". Claro que lo que
yo quería era que él viniese a Santiago, pero fue muy difícil
convencerlo. Este video debería ser el puntapié inicial para la
programación de un futuro viaje a Santiago del Estero.
El Ferrocarril...
¿Qué es eso?
Añatuya demostró poco interés por
el ferrocarril a lo largo de esta década sin trenes. La estación y
sus instalaciones están a la miseria. Ni siquiera había indicios de
alguna mejora, al menos para no dejar lleno de yuyos el predio y
mantenerlo un poco más dignamente. La vía principal ha sido
levantada sobre los pasos a nivel, e incluso se instalaron
edificaciones sobre la misma. En el extremo sur de la estación, nace
el empalme al “circuito” Bandera - Añatuya, pasando por Los Juríes.
Al lado del empalme, se emplaza el
galpón de locomotoras (desmantelado) y luego, a un costado de la vía
principal, se hallan los siete motrices Ganz Mavag, de los que
corrieron por estos pagos hasta 1992, con tres servicios semanales
desde la ciudad de Santa Fe.
En Añatuya, entre otras personas, conocí a Mimí (vecina de mi tía),
quien me enseñó a manejar su motocross (de las más grandes). Al
principio marché temeroso dando vueltas por la Gral. Paz como para
practicar, y al día siguiente, fuimos andando (y yo manejando) hasta
el canal 5, por sobre el cual hay un puente de hormigón del ramal
Añatuya - Quimilí (parece que lo hicieron cuando el ramal ya estaba
en desuso!!!!). En moto circulé estos poquitos días, tanto por la
ciudad como por el campo, obviamente acompañado de Mimí.
(Por las calles de Añatuya...
/ M i m í )
Al mediodía del domingo me encontré con unos riquísimos ñoquis
caseros (la casa de Sofi parecía ser un centro social, entraban y
salían amigas a toda hora...). Luego de tan espectacular
recibimiento, me dispuse a comenzar mi plan de filmación. A toda
aquella persona que conocía o recordaba a mi abuelo, le hice hablar
a la cámara. La frase clave fue “Los esperamos en mayo”. Conociendo
a mi abuelo, luego de ver el video iba a ser imposible que
desistiera de venir a Santiago. Pero lo mejor de todo fue descubrir
que el hijo de unos de los amigos de mi abuelo se casaba en mayo.
¡Bárbaro!. Mimí me llevó a la farmacia del hijo de Cafa, Javier
Gómez, quien ofreció a la cámara un breve y contundente mensaje de
invitación. Trabajo similar hice con tantas personas pude encontrar.
(Los espectaculares
ñoquis caseros!!! / J a v i e r G o m e z )
Por la noche fuí a Internet (saturado de gente) y con paciencia pude
conseguir máquina. Allí conocí a una chica llamada
María. Ella es rubia, de ojos claros, muy distinta a las chicas
oriundas de la región, y eso es lo que más me llamó la atención.
Caminamos una cuadras buscando otro locutorio y, ya que estábamos,
nos intercambiamos las direcciones de e-mail. Lástima que yo no sé
cuando regresaré a Santiago!!!...
En casa de Sofi, pasamos las noches charlando de la familia, y las
cosas que pasan en Buenos Aires. Estando en la casa de mi tía,
prácticamente había olvidado las cosas que tendría que hacer
posteriormente... me esperaba un viaje muy largo por la provincia
del Chaco. En la terminal de Añatuya había conseguido un pasaje a
Taboada (FCGBM). Desde allí me pasaría a buscar un micro a
Resistencia.
(La tía Sofía
/ Carruajes de dos ejes tipo "volanta" o "vagoneta")
Con un cielo perfectamente estrellado, me acosté en la cama en mi
última noche sobre las tierras de Santiago. De fondo sonaba la
música del “club” en donde había fiesta. La joda duró toda la noche,
por lo que dormir fue difícil. Parecía mentira como se escuchaba ese
recital estando a más de diez cuadras del escenario!. Debajo de mi
cama me hacía compañía Poli, el "bebote" de Sofi, un perro de esos
que luego se extraña.
El lunes me levanté tarde, cerca del mediodía. Hacía un calor
sofocante, típico de Santiago. Mi tía ya me había preparado una
vianda para el viaje a Resistencia. Antes de salir vino a saludar
“Muñeca” con su hermosa hija, Gabriela. Al verla... pensé seriamente
en abortar el viaje al Chaco... jejejeje, pero los pasajes comprados
ya me habían marcado el destino... "la Travesía".
HACIA EL CHACO
Partí de Añatuya con un micro
hasta Taboada, el que -por cierto- carecía del tan codiciado aire
acondicionado, por lo que (diríamos) viajé dentro de un horno
autopropulsado!!!. En este desértico pueblo del Mitre tuve que
esperar nada más ni nada menos que 5 horas, para combinar con un
micro que iba de Tucumán a Posadas.
Aproveché las horas libres y hablé con los encargados de la
cuadrilla volante de NCA, ubicada en un largo tren de vagones
rezagados en la playa de la estación. Estaban trabajando en una
serie de descarrilos por la zona, y luego de terminar las
reparaciones, regresarían a Villa María, su base original. Cerca de
las 18 hs., pusieron en marcha algunas de las máquinas que tenían
ahí y retomaron el trabajo que habían suspendido al mediodía por el
intenso calor.
Sin darme cuenta, y por haberme distraído de ver las maquinas de NCA,
noté que aún no sabía concretamente donde pararía mi micro a
Resistencia, puesto que Taboada no posee terminal de ómnibus y yo
había sacado el pasaje previamente en Añatuya.
Faltando una hora para la llegada del micro, me apresuré a preguntar
en un kiosco qué había en “la principal”. El tipo me dice -“No, ni
idea donde para”-... seguí preguntando... -“Tal vez en la ruta.. no
sé”- me dice una anciana... Al ver que nadie sabía me desesperé, y
opté por salir del pueblo y dirigirme a un parador. En el camino le
pregunté a un gaucho que iba en bicicleta si sabía donde paraba el
micro de “La Nueva Estrella”. Me dice -“Ahhh... ese para acasito
nomás”- ...Y siguió sin detenerse... ¿Acá para? ¿Qué quiso decir?...
Esta era una esquina entre la ruta y una calle, sin al menos un
cartel que dijera algo. Sospechando que no era así, me fui al
parador. Cuando llegué me encontré con quien parecía ser la dueña
del local. Le hice la pregunta fundamental y me dice -“...seee, aca
para La Estrella”-. Yo le dije -“Sí, es La Nueva Estrella”- Y me
responde -“Sí pibe, acá, acá para, esperalo ahí”-. No se por qué,
pero no estaba muy convencido, y la hora de espera fue trágica. Para
empeorar la situación, el micro llegó con una demora de 20 minutos, lo
que me hizo pensar (en ese lapso) que tal vez me estaba esperando en
otra parte del pueblo!!!.
¡El micro llegó! Y felizmente me acomodé en mi asiento (obviamente fui el único en
subir aquí). Pronto me sumergí en un merecido sueño... el día
siguiente me necesitaría descansado y preparado para el comienzo de
la Travesía por la Llanura Chaqueña...